
Chet Van Duzer, Ilya Dines, Apocalyptic Cartography. Thematic Maps and the End of the World in a Fifteenth-Century Manuscript, . Leiden and Boston: Brill; Hes & De Graaf, 2016. ISBN 978-90-04-30453-6. 251p. , il. [+INFO]
Una profecía cristiana hecha en el siglo XV advertía que entre 1600 y 1606 los cuatro cuernos del Anticristo -crucia, engaño, astucia e imitación de la deidad- irradiarían desde Jerusalén hasta los confines de la tierra, conquistando a los carnales, a los codiciosos, a los orgullosos y a los hipócritas y persuadiendo a toda la humanidad para que le siguieran. La profecía se encuentra en un manuscrito alemán del siglo XV, acompañado de un mapa del mundo sorprendentemente original en el que cuatro enormes penínsulas, orientadas a los cuatro puntos cardinales, se extienden en el océano y representan los cuatro cuernos del Anticristo que engañarán a todas las naciones.
El manuscrito anónimo consiste en un breve tratado geográfico sobre el Apocalipsis ilustrado con mapas y una colección de textos sobre medicina astrológica. Sorprendentemente, el manuscrito contiene mapas históricos y temáticos.
Los mapas históricos más importantes del manuscrito son una serie que ilustra en etapas lo que se suponía que sucedería durante el Apocalipsis. Hay muchos y diversos elementos artísticos diferentes con los que se ilustra el Apocalipsis durante la Edad Media ; existe una cierta lógica para ilustrar esos grandes cambios con los mapas, pero no obstante, el citado documento no tiene precedentes.
Esta serie de mapas ilustra esas etapas según la propia cronología del autor, en los años 639, 639-1514, 1514-1570, 1570-1600, 1600-1606, 1606-1661, y por último el Día del Juicio Final. Como el manuscrito fue hecho en el siglo XV, todos menos el primero de la secuencia son mapas de profecía, y como tal, son mapas históricos.
Para enfocarnos en uno de estos mapas, el mapa de los años 1600 a 1606 muestra el mundo después de que el Anticristo ha tomado el control : El mundo es un disco de tierra rodeado por el océano, con cuatro enormes penínsulas adentrándose en él y una isla unida al disco central por una calzada. Jerusalén está etiquetada en el centro del mundo, y se indica que el Anticristo está allí. Las cuatro grandes penínsulas, en un impresionante trazo de cartografía simbólica, representan los cuatro cuernos del Anticristo, que a su vez representan los cuatro métodos por los cuales él conseguirá que la gente le siga: engaño, astucia, crueldad e imitación de la Deidad. Las diez tribus perdidas de Israel son mostradas viajando desde su isla en el camino a Jerusalén para unirse al Anticristo.

La situación cambia completamente en el siguiente mapa, que muestra lo que el autor pensaba que ocurriría entre 1606 y 1661 : El centro del mundo está ahora ocupado por la bandera y la ley de Cristo, que según el texto será levantada y adorada en todo el mundo. En la parte inferior del folio hay un segundo mapa notable que muestra la superficie de la tierra desprovista de características y nombres de lugares, y el circunfluente océano vacío también. El texto que aparece a su lado explica que todos los rasgos de la tierra han sido quemados. El mundo está en blanco y no hay relaciones espaciales que el mapa pueda indicar.
Pero esta secuencia de mapas es cartográficamente muy rica, mucho más de lo que se puede indicar aquí en unos pocos párrafos.
El manuscrito también contiene algunos de los primeros mapas temáticos: un mapa de las islas del mundo, otro de sus ríos navegables, etc., y lo que es más importante, los mapas parecen haber sido creados con una concepción del género muy similar a la comprensión moderna del mismo. El autor incluye un breve discurso sobre las cuatro funciones que pueden tener los mapas, así como sobre la evolución de los mapas a lo largo del tiempo. El creador anónimo de este manuscrito fue un cartógrafo de sorprendente originalidad cuya obra merece ser mejor conocida.
En el libro Apocalyptic Cartography, los autores proporcionan una fuerte evidencia de que esta obra inusual estuvo en circulación, así como que el autor se llamaba Baptista, un médico de Lübeck que había sido designado por el Papa Pío II para atender a los peregrinos en el monasterio franciscano del Monte Sión.