La naturaleza de universitaria de nuestra biblioteca, así como la procedencia de los libros que la han nutrido a lo largo de los siglos –donaciones de antiguos profesores, bibliotecas jesuíticas, de colegios y de conventos—, frenó en gran medida el ingreso natural de ediciones antiguas de obras populares de la literatura española.
Es razonable: ni el castellano era objeto de estudio –por lo que tampoco se halla entre nuestros fondos, por ejemplo, la Gramática castellana de Nebrija– ni los literatos que se leían en la Facultad de Artes eran los autores del Siglo de Oro.
A pesar de todo, la riqueza de la Biblioteca no decepciona y se conservan muchas obras literarias castellanas, incluso manuscritas: desde la colección de cancioneros del siglo XV o el Libro de buenos proverbios y Calila e Dimna, hasta una de las tres copias existentes del Libro de Buen Amor, pasando por la traducción del Libro de Job de Fray Luis de León o el Antídoto contra las soledades, escrito contra Luis de Góngora.
Pero duele que nunca, a través de ningún canal, llegaran dos cumbres de la literatura española muy relacionadas con Salamanca: La Celestina de Fernando de Rojas y El lazarillo de Tormes.
Por fortuna, recientemente ha sido posible adquirir una Celestina, que ocupa ahora el lugar que siempre debió tener entre las estanterías de la Biblioteca. Se trata de una Tragicomedia, es decir, la segunda versión impresa de la obra de Fernando de Rojas, frente a la primera, la Comedia de Calisto y Melibea. La tragicomedia se caracteriza por tener veintiún actos y sumar nuevos textos a los preliminares ya conocidos, como «El autor a un su amigo» o las octavas acrósticas. Su éxito editorial fue enorme e inmediato, de modo que fue reeditada continuamente a lo largo del siglo XVI y traducida a todas las lenguas cultas. De hecho, se conocen más de cien ediciones en castellano, algunas impresas fuera de España, hasta su prohibición en 1792.
La edición adquirida por la Universidad de Salamanca lleva por título Celestina, tragicomedia de Calisto y Melibea, en la qual se contienen, de mas de su agradable y dulce estilo, muchas sententias filosofales, y auisos muy necessarios para mancebos…, y fue publicada en 1599 por la Oficina plantiniana. Como tal, luce orgullosa en la portada la marca tipográfica característica de la casa, un compás con el lema «Labore et constantia», ideado por el gran Cristóbal Plantino (c. 1520-1589) para su imprenta de Amberes.
A la muerte del patriarca, la Oficina plantiniana, con sus dos sucursales en Amberes y Leiden, fue gestionada por su ayudante y yerno, Jan Moretus (1543-1610) y, posteriormente, por su esposa e hijos, de modo que el negocio familiar sobrevivió a varias generaciones.
Nuestra Celestina es un impreso de pequeño formato (un dozavo), al estilo de los libros de bolsillo que poco después popularizaría la dinastía de los Elzevir desde los Países Bajos. Jean F. Peeters-Fontainas, en su estudio sobre los impresos españoles publicados en los Países Bajos meridionales, la considera impresa en Leiden, no en Amberes, una duda difícil de resolver que no todos los investigadores comparten, ya que en el pie de imprenta no figura el lugar de impresión. El volumen, que se encuentra en muy buen estado de conservación, fue protegido en el siglo XX con una elegante encuadernación en piel, con impresiones en seco en los planos y nervios en el lomo, y acompañada de un estuche de piel y tela.
Acceso al registro bibliográfico BG/51411
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