En un interesante libro, anteriormente recomendado en nuestro blog, sobre Hernando Colón, hijo de Cristóbal y famoso coleccionista de libros, aparece mencionado varias veces nuestro protagonista de hoy: Marino Sanudo, o Sanuto –el joven– (1466-1536), escritor y diplomático al servicio de Venecia.
No merece la pena repetir lo que sobre su vida y escritos se puede encontrar en Internet (remitimos especialmente al Dizionario biografico degli italiani), aunque queremos destacar sus Diarios, que conforman un conjunto de cincuenta y ocho volúmenes, fruto de las anotaciones tomadas durante 37 años (entre 1496 y 1533) en los que da cuenta detallada de acontecimientos y personajes relacionados especialmente con Venecia, pero también con todo el ámbito europeo y mediterráneo.
Es precisamente esa minuciosidad la que subraya Wilson-Lee y la que permite establecer una comparación entre dos personajes, Colón y Sanudo, pues ambos compartían la pasión por “crear compendios de información”. Hernando quiso formar una biblioteca universal, abierto a cualquier género o procedencia de los libros que compraba, pero muy atento, sobre todo, a pequeños impresos, frágiles y fugaces, a los que pocos bibliófilos prestaban atención. Sanuto, por su parte, escribía sus diarios, su crónica, no solo atendiendo a los sucesos de la alta política, sino apostándose en las calles, plazas y mercados venecianos, recogiendo los rumores de la vida cotidiana, los usos y costumbres de la gente sencilla, así como los asuntos políticos y judiciales de las más altas esferas:
«De Sanuto y de Venecia [Hernando] había aprendido la lección de que el alcance universal no requería necesariamente estar en todas partes: uno podía instalarse tranquilamente en las calles del tránsito y dejar que el mundo se le acercara»
Wilson-Lee, 256
De momento, solamente un ejemplar de la Biblioteca Histórica tiene esta procedencia y llegó a ella a finales del siglo XVIII, tras la expulsión de los jesuitas, procedente de su colegio salmantino. Se trata del Incunable I. 287 (digitalizado en Gredos), con la obra de Johannes Baptista Gratia Dei, De confutatione Hebraicae sectae, Roma: Eucharius Silber, 1500 (CCPB, 000109931-0; ISTC, ig00353000).
El encuentro con este ilustre personaje a través de su exlibris nos causó estupor en un primer momento, pero la comparación de la marca de posesión del incunable con, por ejemplo, las que aparecen en la Biblioteca Marciana de Venecia despejaba todas las dudas. Se trata siempre de la misma fórmula, su nombre y la mención de su padre Leonardo, todo ello precedido por un número: «nº 595, Est Marini Sanuti leonardi filij».
Y el hecho de que un libro de tan ilustre biblioteca se encuentre tan lejos de Venecia no tiene nada de extraño, habida cuenta de que el propio Sanudo, para pagar deudas, tuvo que vender alguno de los libros de su biblioteca –que llegó a alcanzar unos 6500 volúmenes–. El mismo Hernando Colón, que se encontró con él en Venecia en 1530, le compró algunos ejemplares, viendo la situación de necesidad económica del veneciano.
Edward Wilson-Lee, Memorial de los libros naufragados: Hernando Colón y la búsqueda de una biblioteca universal, traducción del inglés de María Dolores Ábalos, Barcelona: Ariel, 2019 (Sanuto es mencionado en páginas 252-256, 322 y 302).