Hasta ahora se ha sostenido que el códice más antiguo de la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca es el conocido comoLiber canticorum et horarum o también como Libro de horas de Doña Urraca, terminado en el año 1059. Ciertamente se trata del códice datado más antiguo, pero no del códice más antiguo de la Universidad cuyo honor corresponde a un manuscrito griego, el Salmanticensis 2722: Catena in Esaiam prophetam [Griego], entre 950 y 975.
Catena in Esaiam prophetam [Griego]. 950. Bizancio. BG/Ms. 2722
Por Diego Corral Varela Dpto. Lengua Española Universidad de Salamanca
El Codex Climaci Rescriptus es un documento fascinante que, al parecer, todavía guardaba algunas sorpresas. Las primeras noticias que se tienen de él se deben a Agnes Smith Lewis, un nombre que, junto al de su gemela, Margaret Dunlop Gibson, es justamente célebre en los estudios bíblicos por su trabajo con los manuscritos ―especialmente los siriacos― del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Según el relato de la propia Agnes en la publicación de las primeras hojas que adquirió, un vendedor se lo ofreció en El Cairo durante la primavera de 1895. Con posterioridad, compró otras dos partes en 1905 y 1906, percatándose de que aquellas primeras hojas de 1895 eran las que faltaban entre las nuevas adquisiciones. Reunido todo ello, Agnes Smith Lewis publicó el conjunto en 1909. Tiempo después fueron halladas algunas hojas más en la colección de Mignana y entre los famosos ‘New finds’ de Santa Catalina del Monte Sinaí, confirmando su ya sospechada precedencia. Por desgracia, en 2010 la sección del codex que perteneció a las hermanas engrosó la tristemente célebre Green collection y en la actualidad es exhibido en el cuestionable Museum of the Bible, que tan pocas alegrías ha traído.
El Codex es un palimpsesto en el que el texto superior corresponde mayoritariamente a una traducción siriaca de la Κλίμαξ θείας ανόδου (‘Escalera del divino ascenso’ o Scala Paradisi en su tradición latina) de Juan Clímaco, que a su vez fue abad del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí en el siglo VII; esto motivó el nombre dado por Agnes Smith Lewis. Sin embargo, el mayor interés, como es habitual con los palimpsestos, se encuentra en los textos subyacentes. El Codex Climaci Rescriptus preserva lo que hasta el momento es el segundo corpus más largo en arameo cristiano palestinense, una lengua aramea occidental usada principalmente por los melquitas, y consiste en un leccionario con pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como una versión de la Dormición de la Virgen.
Bajo la escritura estrangela del siriaco subyace la característica escritura del arameo cristiano palestinense, mucho más cuadrada.
El uso geográficamente restringido del arameo cristiano palestinense apunta a que el códice, en origen, debió de producirse en el entorno de Jerusalén alrededor de los siglos V y VI. Pero el arameo no es la única lengua que subyace en el palimpsesto. Desde el principio se había detectado texto griego en uncial correspondiente a los Evangelios en una versión que se alinea con el llamado habitualmente “tipo bizantino”, la tradición textual mayoritaria del Nuevo Testamento. Ahora, sin embargo, el Codex Climaci Rescriptus podría haber transmitido un extracto en griego de mucha mayor relevancia. En 2012, Jamie Klair, entonces estudiante de la Universidad de Cambridge, advirtió la existencia de un texto oculto griego de carácter astronómico. En octubre de 2022 se ha dado a conocer a través del Journal for the History of Astronomy que podría tratarse de una nueva evidencia del perdido “Catálogo de estrellas” de Hiparco de Nicea, un astrónomo del siglo II a.e.c. La única obra conservada de este autor es un comentario a los Φαινόμενα de Arato que la Biblioteca General Histórica conserva en edición bilingüe grecolatina de Denis Petau (1583-1652).
La influencia y pervivencia del “catálogo de estrellas” de Hiparco sigue siendo un tema abierto a la discusión, especialmente en relación con la Sintaxis de Ptolomeo. Partes de la obra de Hiparco acabarían incluidas en el conocido como Aratus Latinus, una versión medieval que no solo traducía un codex griego con el poema de Arato sino otros textos relacionados. Pues bien, este nuevo fragmento hallado en el Codex Climaci Rescriptus correspondería a uno de esos otros textos hiparqueos, lo que permitiría pensar que los códices borrados para formar el Codex Climaci incluirían no solo el leccionario arameo y el griego, sino también otro con la obra de Arato y sus adendas.
De momento, el artículo en elJournal for the History of Astronomy es lo único publicado, pero en él se anuncia que un estudio filológico más profundo aparecerá este año en The Classical Quarterly. Este nuevo hallazgo convierte el Codex Climaci Rescriptus en una auténtica escalera al cielo.
Knighton, Tess, ed.; Domínguez, José María, ed. El Cardenal Cisneros : música, mecenazgo cultural y liturgia. Bellaterra: Universitat Autònoma de Barcelona. Institut d’Estudis Medievals, 2022. ISBN 978-84-124136-7-0.
La figura del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517) destacó, además de por su relevante papel político entre el reinado de los Reyes Católicos y los inicios del de Carlos V, por sus empresas reformadoras, intelectuales, artísticas y litúrgicas. Ocupó la sede primada del arzobispado de Toledo entre 1495 y su muerte en 1517 y su obra quedó indisolublemente unida a la historia de la propia ciudad y de su catedral así como a Alcalá de Henares, ciudad universitaria fundada por Cisneros como proyecto utópico del que emanaron hitos para la cultura humanística, entre ellos la Biblia Políglota Complutense.
Contando con las aportaciones de doce expertos musicólogos, historiadores del arte, historiadores del libro y liturgistas, este libro analiza e interpreta la acción cultural del prelado en un contexto histórico a caballo entre dos épocas.
La Biblioteca Universitaria de Salamanca posee el tercer fondo más importante de manuscritos griegos de España, después de los de la Biblioteca del Monasterio de El Escorial y de la Biblioteca Nacional. No obstante, la ausencia hasta el presente de un catálogo sistemático y moderno de estos manuscritos y de una descripción de la génesis de toda la colección ha tenido como consecuencia el desconocimiento generalizado de estos códices. Esta obra se propone colmar parte de este desideratum explicando en todos sus detalles la historia de los 91 manuscritos griegos conservados en Salamanca.
Dioscórides. De la materia médica [Griego]. 1480. Grecia, Corfú. (BG/Ms. 2659)
Además de estudiar el modo en que se formó esta colección de códices griegos y el papel que en esa génesis desempeñaron los helenistas españoles Núñez de Guzmán, Francisco de Mendoza y Diego de Covarrubias, el trabajo indaga en la historia de los manuscritos antes de su llegada a Salamanca. Para ello se han utilizado herramientas propias de la filología, como son la paleografía, la codicología o la crítica textual, que han permitido ubicar cada uno de los códices en unas coordenadas histórico-temporales mucho más precisas de las que habían sido fijadas hasta ahora y que abarcan los siglos XI al XVI y ligarlos a ambientes culturales concretos de la Bizancio medieval, la Italia humanista y la España de los Austrias.
Obra galardonada con el Premio de Bibliografía de la Biblioteca Nacional de España.
Nadia Mariana Consiglieri. Los animales en los Beatos : Representación, materialidad y retórica visual de su fauna apocalíptica (ca. 900-1248). Miño y Dávila, 2022. Acceder a las primeras páginas.
SINOPSIS:
Los Beatos fueron un particular género codicológico que prosperó entre el siglo X y la primera mitad del XIII. Su contenido fue el «Comentario al Apocalipsis» escrito por un monje oriundo de tierras cántabras activo a fines del siglo VIII: Beato de Liébana. La Península Ibérica fue el área geográfica predilecta para la reproducción de esta obra en diversos scriptoria monásticos, aunque también se confeccionaron copias en suelo itálico y francés. El trabajo itinerante de miniaturistas que llevaron consigo compilaciones de modelos y diseños quedó plasmado en la ideación y configuración de las figuras zoomorfas que pueblan los folios de estos manuscritos iluminados. Pese a que los motivos iconográficos apocalípticos básicos se reiteran en toda la serie, sus soluciones pictóricas fueron cambiando conceptual y materialmente a través de esos siglos. No solo por su cantidad sino por su complejo desarrollo, la imaginería de animales en los Beatos se basó en una retórica visual particular y variable que buscó influir en la lectio monástica.
Persuadir, convencer, comprender y preservar en la memoria de los monjes los principales contenidos exegético-apocalípticos fueron los propósitos de estas constelaciones animalísticas, que construyeron un discurso visual paralelo al del relato textual, nutriéndolo y tensionándolo con otras significaciones. Estos animales no actuaron como meras figuras aleatorias, ilustrativas o decorativas del texto, sino que operaron a través de una efectiva retórica visual estructurada en la polaridad bien-mal para reforzar y ampliar los sentidos del «Comentario» reproducido en estos manuscritos por casi cuatro siglos. Tradujeron a nivel exegético-doctrinal lo sagrado y lo diabólico en base a los polos domesticación- salvajismo/ bestialidad, presentes en la clasificación faunística de las Etymologiae de Isidoro de Sevilla. Además, dialogaron con los zoomorfismos presentes en la cultura visual de sus entornos monásticos, incorporando incluso interesantes observaciones empíricas sobre diversas especies.