Codex Climaci Rescriptus : una auténtica escalera al cielo.

Por Diego Corral Varela
Dpto. Lengua Española
Universidad de Salamanca

El Codex Climaci Rescriptus es un documento fascinante que, al parecer, todavía guardaba algunas sorpresas. Las primeras noticias que se tienen de él se deben a Agnes Smith Lewis, un nombre que, junto al de su gemela, Margaret Dunlop Gibson, es justamente célebre en los estudios bíblicos por su trabajo con los manuscritos ―especialmente los siriacos― del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí.
Según el relato de la propia Agnes en la publicación de las primeras hojas que adquirió, un vendedor se lo ofreció en El Cairo durante la primavera de 1895. Con posterioridad, compró otras dos partes en 1905 y 1906, percatándose de que aquellas primeras hojas de 1895 eran las que faltaban entre las nuevas adquisiciones. Reunido todo ello, Agnes Smith Lewis publicó el conjunto en 1909. Tiempo después fueron halladas algunas hojas más en la colección de Mignana y entre los famosos ‘New finds’ de Santa Catalina del Monte Sinaí, confirmando su ya sospechada precedencia. Por desgracia, en 2010 la sección del codex que perteneció a las hermanas engrosó la tristemente célebre Green collection y en la actualidad es exhibido en el cuestionable Museum of the Bible, que tan pocas alegrías ha traído.

El Codex es un palimpsesto en el que el texto superior corresponde mayoritariamente a una traducción siriaca de la Κλίμαξ θείας ανόδου (‘Escalera del divino ascenso’ o Scala Paradisi en su tradición latina) de Juan Clímaco, que a su vez fue abad del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí en el siglo VII; esto motivó el nombre dado por Agnes Smith Lewis. Sin embargo, el mayor interés, como es habitual con los palimpsestos, se encuentra en los textos subyacentes. El Codex Climaci Rescriptus preserva lo que hasta el momento es el segundo corpus más largo en arameo cristiano palestinense, una lengua aramea occidental usada principalmente por los melquitas, y consiste en un leccionario con pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como una versión de la Dormición de la Virgen.

Bajo la escritura estrangela del siriaco subyace la característica escritura del arameo cristiano palestinense, mucho más cuadrada.

El uso geográficamente restringido del arameo cristiano palestinense apunta a que el códice, en origen, debió de producirse en el entorno de Jerusalén alrededor de los siglos V y VI. Pero el arameo no es la única lengua que subyace en el palimpsesto. Desde el principio se había detectado texto griego en uncial correspondiente a los Evangelios en una versión que se alinea con el llamado habitualmente “tipo bizantino”, la tradición textual mayoritaria del Nuevo Testamento.
Ahora, sin embargo, el Codex Climaci Rescriptus podría haber transmitido un extracto en griego de mucha mayor relevancia. En 2012, Jamie Klair, entonces estudiante de la Universidad de Cambridge, advirtió la existencia de un texto oculto griego de carácter astronómico. En octubre de 2022 se ha dado a conocer a través del Journal for the History of Astronomy que podría tratarse de una nueva evidencia del perdido “Catálogo de estrellas” de Hiparco de Nicea, un astrónomo del siglo II a.e.c. La única obra conservada de este autor es un comentario a los Φαινόμενα de Arato que la Biblioteca General Histórica conserva en edición bilingüe grecolatina de Denis Petau (1583-1652).

La influencia y pervivencia del “catálogo de estrellas” de Hiparco sigue siendo un tema abierto a la discusión, especialmente en relación con la Sintaxis de Ptolomeo. Partes de la obra de Hiparco acabarían incluidas en el conocido como Aratus Latinus, una versión medieval que no solo traducía un codex griego con el poema de Arato sino otros textos relacionados. Pues bien, este nuevo fragmento hallado en el Codex Climaci Rescriptus correspondería a uno de esos otros textos hiparqueos, lo que permitiría pensar que los códices borrados para formar el Codex Climaci incluirían no solo el leccionario arameo y el griego, sino también otro con la obra de Arato y sus adendas.

Detalle de La escuela de Atenas en la que aparecen Hiparco (con el mapa celeste) y Ptolomeo (de espaldas). La identidad de Hiparco es discutida y se ha sugerido que pudiera ser Estrabón, lo que no tiene mucho sentido al ser su obra estrictamente geográfica, o Zaratustra (¡?).

De momento, el artículo en el Journal for the History of Astronomy es lo único publicado, pero en él se anuncia que un estudio filológico más profundo aparecerá este año en The Classical Quarterly. Este nuevo hallazgo convierte el Codex Climaci Rescriptus en una auténtica escalera al cielo.

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