Cristóbal Colón no solo encontró en Salamanca el apoyo de fray Diego de Deza para iniciar la aventura que le llevó a descubrir América, sino que recibió algunos de los conocimientos que, a buen seguro, le ayudaron en su periplo oceánico. También en esta ciudad parece que Colón se reunió con Abraham Zacut, un astrónomo de origen judío autor de la obra conocida como “Almanach perpetuum”, de la que se conservan varios ejemplares en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca que son un claro reflejo del cultivo de la ciencia por árabes y judíos a lo largo de la Edad Media. Además, tras ellos se esconde una curiosa historia.
¿Quién era Abraham Zacut?
Aunque los datos bailan, parece que Abraham Zacut o Abraham Ben Zacuto nació en Salamanca hacia 1452, en el seno de una familia procedente de Francia. Se educó en el ambiente cultural y científico salmantino en la segunda mitad del siglo XV. Su primer maestro fue su padre, Rabí Samuel Zacut, pero de quien aprendió gran parte de sus conocimientos cabalísticos fue de Rabí Isaac Aboab. Además, mantuvo contacto con otros eruditos de la época, incluso formó parte del grupo de sabios a los que protegió Juan de Zúñiga y Pimentel, maestro de la Orden de Alcántara. Entre ellos hay que destacar a Elio Antonio de Nebrija.
Zacut no solo bebió de fuentes anteriores, los estudiosos aseguran que fue uno de los pocos astrónomos bajomedievales que llevó a cabo observaciones astronómicas de un eclipse total de sol y dos ocultaciones de estrellas — parece que todas ellas tuvieron lugar en Salamanca—, fenómenos que quedaron reflejados en algunas de sus obras, las más conocidas “La compilación magna” y “El almanaque perpetuo”.
Almanach perpetuum
Se trata de uno de los estudios más importantes de la época a nivel astronómico. Los valores tabulados en el “Almanach perpetuum” derivan de las Tablas Alfonsíes teniendo en cuenta la diferencia de longitud entre Toledo y Salamanca. Como el resto de judíos, tuvo que marcharse de España a finales del siglo XV, de forma que es en Portugal, y más en concreto en Leiría, donde está fechada la edición incunable de esta obra, en 1496, y editada por José Vizinho, discípulo de Zacut. De esta imprenta portuguesa salieron dos versiones distintas: una con los cánones en castellano que tradujo Juan de Salaya, y otra en latín. Cabe recordar que la obra está compuesta por cánones y tablas astronómicas. En la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca se conserva un ejemplar en latín que llegó a través del Colegio del Arzobispo Fonseca. Asímismo, la Universidad atesora una edición impresa en Venecia en 1502 que formó parte de la amplia colección de libros del Colegio de San Bartolomé.
En ambos casos llaman la atención las anotaciones manuscritas al margen, en especial en el ejemplar de la edición italiana. “Almanach perpetuum” es un estudio en profundidad de los movimientos solares, de la posición de los planetas en los distintos meses del año, los eclipses lunares… Toda una serie de conocimientos astronómicos a los que los lectores de las obras añadieron sus notas contando, por ejemplo, que habían visto un eclipse y explicaban cómo y cuándo se produjo la observación, o anotaban cómo el nacimiento de un rey coincidió con algún fenómeno astronómico.
En el caso de la edición italiana se repite un mismo tipo de letra que coincide con la existente en otras anotaciones de libros científicos catalogados en la Biblioteca, lo que dio lugar a una investigación tras la cual se descubrió que fue un canónigo de Cuenca, Eustaquio Muñoz, quien realizó esas notas en libros de carácter científico que después donó al Colegio Mayor de San Bartolomé, desde donde llegaron a la Universidad de Salamanca. Eustaquio Muñoz, además de canónigo, era inquisidor, lo cual hace más llamativa su afición a las ciencias astronómicas. De hecho, su condición no impidió que el rigor inquisitorial afectase a los ejemplares de su biblioteca, algunos de los cuales muestran hojas arrancadas.
FUENTE: La Gaceta (Salamanca). 14/07/2018