Confesiones de un bibliotecario de libros raros.

Confesiones de un bibliotecario de libros raros

La Sra. Gracie Lee, de 43 años, es una de las tres bibliotecarias principales encargadas de la Colección de Materiales Raros de la Biblioteca Nacional de Singapur. Como afirma ella: «Ser un bibliotecario implica más que colocar libros en un estante». Sus responsabilidades laborales incluyen la adquisición de materiales raros, escribir artículos de investigación y dar charlas públicas.

«Siempre estoy aprendiendo algo nuevo todos los días mientras investigo y leo sobre la historia de Singapur».

Ubicado en la planta 13 de la Biblioteca Nacional, la rara colección comprende 15,000 artículos, incluyendo libros, fotografías y mapas. Estos se publicaron principalmente en Singapur, Malaya o los Asentamientos del Estrecho antes de 1945, mientras que otros se publicaron en el extranjero antes de 1900. Lo más interesante que compró para la biblioteca fue una carta del artista Ronald Searle, que contenía garabatos sobre la rendición de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y sus experiencias como prisionero de guerra.

La Sra. Lee y las otras dos bibliotecarias ‘raras’ son titulares de estudios superiores. Tiene un título en Lengua Inglesa y una Maestría en Ciencias en Estudios de Información de la Universidad Tecnológica de Nanyang.

Manejar los libros no es fácil.

Deben tener mucho cuidado al abrir un libro de la rara colección para no dañar su espina dorsal. Necesitan usar guantes para evitar manchar las páginas o fotografías.

La Sra. Lee afirma: «Tratamos los materiales como artefactos. Es un gran sentido de responsabilidad que a veces puede ser estresante»De hecho, le corresponde a los bibliotecarios de libros raros asegurarse de que estos materiales, que a menudo tienen más de cien años, estén en buenas condiciones.

Además de un libro de viaje de 1577, que es el libro más antiguo de la colección, hay diccionarios malayo y sudoriental, clásicos chinos y romances traducidos al baba malayo, y cuentos de hadas japoneses que fueron adquiridos durante el período colonial. Estos se guardan en una habitación controlada por temperatura y humedad. La Sra. Lee agregó: «Raramente encendemos las luces ya que la exposición prolongada a la luz causa decoloración de los materiales».

Para el lector ávido que solía visitar la biblioteca todas las semanas cuando era joven, trabajar en uno es un sueño hecho realidad. La Sra. Lee solicitó el trabajo después de cambiar de publicidad en el periódico, y ha sido bibliotecaria durante 13 años.  «Ser bibliotecaria me ha proporcionado una visión íntima de las experiencias de las personas a lo largo de la historia y me ha ayudado a comprender mejor nuestro patrimonio nacional».

FUENTE: The New Paper (Singapur)

El origen de las bibliotecas públicas

 

Biblioteca Angelica de Roma
Biblioteca Angélica de Roma

Cuentan que Tolomeo I, el sucesor de Alejandro Magno, siguió el consejo de un sabio ateniense y fundó una biblioteca en Alejandría para que la ciudad adquiriera fama. Aún hoy, casi un milenio y medio después de su destrucción por parte de los primeros musulmanes, la de Alejandría permanece en el imaginario como el modelo ideal de una biblioteca universal, el lugar en que, en su momento, llegó a reunir todo el saber de la Antigüedad.

Se estima que la biblioteca contaba con más de 500.000 textos en rollos de papiro: un número inmenso si se considera que, antes del nacimiento del libro impreso, la biblioteca papal de Aviñón contaba con 2.000 volúmenes y ésta era considerada la más grande de todo el mundo occidental. En Roma, durante el imperio de Constantino, había 28 bibliotecas públicas y en todas las casas de los dignatarios romanos había bibliotecas privadas.

En cambio, durante los oscuros años de la Edad Media la actividad principal de las bibliotecas –en la penumbra de los sótanos de las abadías– consistía en hacer copias y transcribir los manuscritos en un pergamino, a veces de manera muy poco fiel. Los libros escritos a mano sobre pergamino que se difundieron a partir de los siglos III y IV, llamados códices, eran muy costosos, precisamente por el largo proceso de copia, así como por el precio del pergamino y de su tratamiento, pues hacían falta cientos de pieles de oveja o cabra para un solo volumen.

Sin embargo, esa exclusividad hizo que, con el florecimiento del arte de pintar miniaturas, estos libros de una sola copia se convirtieran, en muchos casos, en auténticas obras maestras. Por lo demás, hubo que esperar hasta el Renacimiento y la invención de la imprenta para que el libro volviera a ser de nuevo público, popular, como en las bibliotecas de la Roma imperial.

A partir del nacimiento de los tipos de imprenta a mediados del siglo XV, la difusión de libros se hizo inmensa en muy poco tiempo en todo el mundo occidental. Los libros impresos entre el nacimiento de la imprenta (la Biblia de 42 líneas de Gutenberg, realizada en 1456) y 1500 se denominan incunables: son sin duda alguna los libros más bellos, los que han constituido el modelo de composición tipográfica y formal que, en esencia, ha permanecido hasta nuestros días. Además, se puede decir que la imprenta ha sido la primera industria en el sentido moderno de la palabra, puesto que se fundamentaba en la producción en serie de mecanismos intercambiables y, por ende, en la estandarización de la producción. En cuanto a los lugares públicos de lectura, fue entre los siglos XVI y XVII cuando se empezaron a crear las grandes bibliotecas públicas destinadas al estudio (y no sólo a dar prestigio a los nobles o al clero) que se volvieron cada vez más monumentales.

Fuente: https://www.gentleman.elconfidencial.com

Encuesta sobre catalogación de materiales raros con RDA

ACCESO A LA ENCUESTA DE LA IFLA

En los últimos años, un número cada vez mayor de bibliotecas está adoptando la RDA como un estándar de catalogación. Aún así, ¿qué ocurre con sus materiales raros? ¿Es la RDA adecuada para la descripción de sus libros raros, sus manuscritos, sus materiales gráficos y cartográficos, su música? ¿Podrá adelantar reglas extremadamente detalladas como DCRM o ISBD?

Probablemente no por sí mismo, aunque el RSC (RDA Steering Committee), consciente de la complejidad de la situación, ya cuenta con un Grupo de trabajo de materiales raros que gestiona algunos de los puntos en los que RDA choca con las necesidades de la descripción de materiales raros. Pero podría muy bien lograrlo gracias a declaraciones de política tales como los próximos RBMS para libros raros.

¿Qué están planeando hacer las bibliotecas con colecciones especiales? ¿Se rehusarán a adoptar la RDA para materiales raros si no les conviene? ¿Decidirán hacer registros simples utilizando la RDA adecuada? ¿Desarrollarán declaraciones de política detalladas propias? ¿O tal vez alinearse con los de otra institución? Para obtener una descripción general precisa y mundial de los planes que las instituciones tienen con respecto a estos asuntos, la Sección de libros raros y colecciones especiales ha desarrollado una encuesta sobre la implementación de la RDA en la catalogación de materiales raros. Su objetivo es llegar al mayor número posible de instituciones de todo el mundo para obtener la visión más precisa.

La encuesta ya está disponible aquí y estará abierta hasta el 6 de julio . ¡Gracias a toda la comunidad de catalogación de materiales raros por responder y contribuir a su circulación!

Investigación, conservación y restauración de materiales y objetos cartográficos.

Domingo, María ; Muíña, Iolanda. Investigación, conservación y restauración de materiales y objetos cartográficos. (2011). Madrid:  Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

ACCESO AL LIBRO

No hay texto alternativo automático disponible.
Primer mapa de España orlado con vistas de ciudades y personajes de la época, publicado por Hondius, ca. 1610. Biblioteca Nacional de España

Documento que recoge las actas del curso homónimo que en el año 2010 organizaron el IPCE y el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, con la colaboración de la Real Sociedad Geográfica.

El libro, cuyo contenido sigue plenamente vigente, recoge las aportaciones de profesores de distintas universidades e instituciones públicas y estatales, así como de especialistas en la materia que abordaron el tema de la cartografía bajo un punto de vista histórico, desde las manifestaciones o esbozos de mapas creados en el seno de las primeras civilizaciones, pasando por el desarrollo extraordinario de la cultura greco-romana y árabe, hasta la época de los grandes descubrimientos geográficos. Incluye, además, algunos de los trabajos de investigación y conservación más relevantes en esta materia llevados a cabo por técnicos especialistas, conservadores y restauradores del IPCE.

Conservación preventiva y Plan de Gestión de Desastres en archivos y bibliotecas.

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Argerich Fernandez, Isabel y otros. Conservación preventiva y Plan de Gestión de Desastres en archivos y bibliotecas. (2010). Madrid: Ministerio de Cultura.

ACCESO AL LIBRODESCARGAR PDF

España posee un importantísimo Patrimonio Bibliográfico y Documental custodiado
en numerosas instituciones, algunas de gran importancia y complejidad, que disponen de todos los medios técnicos y profesionales para su conservación.
Pero, también encontramos documentación de un valor incalculable depositada en centros públicos y privados, que no cuentan con tantos recursos y es, fundamentalmente, a estas entidades a las que va dirigido este manual.

Todo archivo, biblioteca o museo, por pequeño que sea su presupuesto, debe establecer un Programa de Conservación Preventiva, así como un Plan de Gestión de Desastres. Éstos deben ser elaborados según los objetivos concretos de cada institución, teniendo en cuenta la situación y características de sus colecciones, así como sus posibilidades y necesidades presentes y futuras, en el convencimiento de que la perdurabilidad de los fondos está íntimamente relacionada con el establecimiento de normas que palien la degradación química, física y biológica de los Bienes Culturales.
Pero la conservación preventiva no sólo incluye el control ambiental, sino también los sistemas de exhibir y almacenar sus fondos, el desarrollo de directrices, guías y procedimientos para proteger las colecciones en el depósito o durante su uso, la concienciación y formación de todo el personal de la institución, así como el desarrollo de proyectos cooperativos. Se debe considerar como un sistema global, ya que cada actividad desarrollada puede tener repercusiones en el resto del patrimonio, siendo los protagonistas de estas acciones no son sólo los archiveros, bibliotecarios, conservadores, restauradores etc., sino también los usuarios.

Fastuosa antología de las obras de Séneca.

Resultado de imagen de Lucio Anneo SénecaEl filósofo y pensador más destacado del Imperio Romano, Lucio Anneo Séneca, no podía faltar en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca. Lo cierto es que Séneca es un autor que tuvo un gran peso a lo largo del tiempo, así que hay obras latinas y en castellano, manuscritas e impresas, un reflejo de la importancia de este filósofo, político, orador y escritor. 

Sin embargo hay un manuscrito en la Biblioteca Histórica que destaca por su riqueza: Se trata de un ejemplar con las traducciones al castellano de Alfonso de Cartagena, probablemente una de las figuras más representativas de los intelectuales de la primera midad del siglo XV, que reúne varias obras famosas de Séneca, del padre de Séneca y algunas atribuidas a este autor, una especie de antología, según explica Oscar Lilao, jefe del Fondo Antiguo de la Biblioteca.

Séneca

HISTORIA DE LA OBRA

El rey Juan II fue quien mandó la traducción de la obra a Alfonso de Cartagena, pero ¿quien encargó la elaboración de esta edición de lujo?. Parece que el interesado aparece representado en una miniatura. En la obra hay una orla a modo de retablo en la que, a los pies de la Virgen, figura arrodillado el personaje que ha pagado la copia del libro. Además, hay un escudo. Un historiador de arte ha puesto en relación esa heráldica con el sepulcro de Pedro de Acuña, conde de Buendía, que puede verse en la iglesia de Dueñas (Palencia), por lo que se piensa que esta copia procedería de la biblioteca familiar. Además, Pedro de Acuña estuvo en la corte de Juan II, de forma que pudo conocer a Alfonso de Cartagena y compartir la afición por Séneca.

¿CÓMO LLEGÓ A LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA?

Fue hacia 1767 cuando los Jesuitas fueron expulsados de España por orden de Carlos III bajo la acusación de haber sido los instigadores de los motines populares del año anterior, conocidos con el nombre de Motín de Esquilache.. Sin embargo. los manuscritos procedentes del colegio de la Compañía de Jesús no destacaban por su riqueza, al contrario, por lo que es una excepción dentro de un conjunto de trabajos principalmente de carácter teológico y filosófico de los siglos XVII-XVIII compuestos y usados por los padres en sus colegios.

No es el caso del Séneca al que nos referimos. Todo indica que la obra era propiedad de Francisco de Rávago y Noriega, un jesuita muy influyente del siglo XVIII, confesor de Fernando VI, posteriormente director de la Biblioteca Nacional (entonces Real) y profesor en la Universidad de Salamanca. Quizás gracias a su posición privilegiada pudo hacerse con este valioso códice que después regaló al Colegio de los Jesuitas y, con la expulsión de estos, llegó a la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca junto con un millar de manuscritos y 12.000 volúmenes impresos.

«Desde luego este manuscrito no es un libro usado por los Jesuitas, sino una copia de lujo del confesor del rey», hace hincapié Margarita Becedas, directora de la Biblioteca General Histórica, y subraya el «derroche» de pergamino que hay en la obra,ya que cuenta con grandes márgenes que, en este caso, no son para anotaciones, si no para lucir el contenido plagado de oro y miniaturas. Y es que hasta los calderones -signo ortográfico auxiliar que se empleaba para señalar el comienzo de párrafo- tienen oro.

Alfonso de Cartagena

Alfonso de Cartagena, obispo de Burgos, nuncio apostólico y personaje muy influyente de la corte de Juan II de Castilla, con intervenciones políticas  muy importantes, es la persona que realizó la traducción de los textos de Séneca y de otros autores clásicos como Cicerón y Boccaccio. Pero ademá creó sus propias obras con alto valor didáctico como el «Doctrinal de Caballeros» (incunable de 1497 impreso en Burgos que también conserva la Biblioteca  de la USAL.


 

Fuente: La Gaceta de Salamanca 02/06/2018 : Tesoros de la Biblioteca Histórica

“Dioscórides”, la gran obra sobre farmacología.

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Acceso a la Edición interactiva

Es momento de adentrarse en las propiedades de las plantas y en la belleza de la literatura.

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Dioscórides Pedaneo

Pedanio (o Pedacio) Dioscórides fue un médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia. Su obra “De Materia Médica” se convirtió en un manual de referencia en la Edad Media y el Renacimiento. Ese manuscrito del “Dioscórides” protagoniza este reportaje, un repaso por la historia de un personaje fundamental en la concepción de la farmacopea y a la vez por ser una obra de gran belleza.

Del siglo I d.C., hay quien asegura que Dioscórides pudo trabajar a las órdenes de Nerón, conocido emperador romano. En “De Materia Medica”, este naturalista, probablemente médico militar, plasmó su amplio saber farmacológico centrado en el uso médico de las plantas, pero no solo, ya que en los cinco capítulos en los que se divide el libro se describen cerca de 600 plantas medicinales, 90 minerales y 30 sustancias procedentes de animales venenosos. Además, acompañando al texto hay detallados dibujos coloreados que ilustran los apuntes que hace el autor sobre su cultivo y propiedades curativas, pero también afrodisíacas e incluso mágicas.

La autoridad de Dioscórides fue tal que la obra se mantuvo como un referente con el paso de los siglos y tuvo un gran auge en la Edad Media, cuando se copió repetidamente. Así lo destaca Margarita Becedas, directora de la Biblioteca General Histórica, donde se custodia un manuscrito del “Dioscórides ” del siglo XV escrito en griego como el original. 

Entre los Dioscórides de la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca, se encuentran un manuscrito, la edición incunable de Aldo Manuzio y una traducción castellana de Andrés Laguna.

Lo cierto es que hay otras copias posteriores en latín y también en castellano, lo que demuestra que el contenido de la obra estuvo vigente mucho tiempo, aunque en algunas copias se incluyeron correcciones y comentarios. En el caso del manuscrito de Salamanca se acompaña de algunos tratados de Galeno.

El “Dioscórides” no necesita presentación, pero la copia de Salamanca no es un manuscrito al uso. Está elaborado en papel de gran calidad, muestra de ello es que el colorido de los numerosos dibujos en los márgenes de las páginas se conservan en perfecto estado. La investigadora Teresa Martínez Manzano defiende que fue Juan de Corona (Juan Mosco) quien copió la obra a finales del siglo XV, probablemente en Corfú, isla griega del mar Jónico muy vinculada al poder veneciano. Además, se considera que el manuscrito que atesora la Biblioteca Histórica fue consultado por Aldo Manuzio para la elaboración de la primera edición impresa, también en griego, en el año 1499.

Otra de las cualidades a destacar del texto de Salamanca es su elegante caligrafía, líneas uniformes y amplios márgenes que, en este caso, no se utilizaron para realizar anotaciones. Lo que, según comenta Óscar Lilao, jefe del Fondo Antiguo de la Biblioteca General Histórica, no significa que no fuese utilizado, sino que por su belleza, quien lo consultó prefirió no apuntar nada. Pero no hay que equivocarse, pese a su gran belleza, no fue una copia de lujo, sino un libro para su estudio.

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¿Y cómo llegó a Salamanca?

Procede del Colegio de San Bartolomé, sin embargo, no hay constancia de en qué momento llegó, ya que no está en los inventarios de la época de Anaya porque es posterior, pero tampoco en otro posterior de 1550 que se conserva. La propuesta de Teresa Martínez Manzano, experta en el fondo griego manuscrito, es que pudo ser donado por un colegial, Francisco Mendoza y Bobadilla, que fue obispo de Burgos y estuvo mucho tiempo en Italia, como embajador de Carlos V, y aprovechó los viajes para adquirir manuscritos o copiarlos. En este sentido, Óscar Lilao recuerda que buena parte del fondo antiguo griego que se conserva en Europa fue gracias a esa práctica por los eruditos que se traen las obras de Oriente a Occidente, de hecho así se formó la valiosa colección griega que atesora la Biblioteca de El Escorial.

No destaca esta obra por ser única. La trasmisión manuscrita del texto de Dioscórides fue enorme, como sucede con las obras de grades autores, como Aristóteles, que fueron muy difundidas en la Edad Media. De hecho, en la Biblioteca Histórica del Estudio está uno de los manuscritos más bellos del “Dioscórides”, pero también presume de contar en su fondo con dos ejemplares del incunable de Aldo Manuzio, uno de ellos propiedad de Hernán Núñez, el Pinciano, anotado de principio a fin. “Un dato de riqueza de nuestra Biblioteca”, apunta Margarita Becedas.

Dioscórides

Por su influencia el “Dioscórides”, no sólo se tradujo muy pronto al latín, sino que también al castellano, lo que sucedió en el siglo XVI. Andrés Laguna, un médico humanista de la época, fue el que llevó a cabo esta importante traducción que supuso, además, un gran paso para el desarrollo del vocabulario científico en lengua castellana. La primera edición se publicó en Amberes en 1555 pero la importancia de la obra, y de su traducción al castellano por Laguna, fue tal que se imprimieron 22 ediciones hasta finales del siglo XVIII y entre ellas hay cuatro salmantinas del siglo XVI. También la Biblioteca cuenta con copias del texto en castellano.

Pero la historia no termina aquí. Ya en el siglo XXI, se llevaron a cabo ediciones facsimilares de  la obra, primero la Universidad con la colaboración de Caja Duero, y luego la institución académica en solitario (no es facsímil, sino la traducción acompañada de un estudio multidisciplinar) que forma parte de la edición interactiva disponible en la web http://dioscorides.usal.es/


Fuente: La Gaceta de Salamanca 05/05/2018 : Tesoros de la Biblioteca Histórica

 

Un lujoso códice de mapas

 

Claudio Ptolomeo, Cosmographia
Claudio Ptolomeo, Cosmographia. Siglo XV (1456). Ms. 2586

Entre los ejemplares de cartografía que se conservan en la Universidad sobresale una copia de la “Cosmographia” de Ptolomeo, geógrafo del siglo II, que esconde una curiosa historia. 

CLAUDIO Ptolomeo, astrónomo, matemático y geógrafo, es uno de los autores más conocidos de la Antigüedad. Aunque era heredero de la concepción del universo de Platón y Aristóteles, fue un empirista que defendió la teoría geocéntrica que sitúa a la Tierra, inmóvil, como centro del universo, de forma que los astros, incluido el Sol, giran a su alrededor. Así lo explica en la obra “Almagesto”, un tratado astronómico con el que ejerció una gran influencia en Oriente y Occidente que se recuperó con el Humanismo de los siglos XIV y XV, siendo objeto de numerosas copias y traducciones al latín.

Lo mismo sucedió en el caso de la “Cosmographia”, obra también conocida como “Geografía”, texto que centra este reportaje. No se trata en este caso de un tratado de astronomía, sino de geografía, que recoge las latitudes y longitudes de 6.000 lugares y que, además, incluye una parte teórica acerca de cómo construir y diseñar mapas, como si fuera un manual, comenta Óscar Lilao, jefe del Fondo Antiguo de la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca.

Hay muchos manuscritos y muchos impresos por todo el mundo de esta reconocida obra de Ptolomeo, así lo reconoce Margarita Becedas, directora de la Biblioteca Histórica, pero subraya que el ejemplar de la institución salmantina es especial por varios motivos. Por un lado, cuenta con un mapa más de los habituales en los manuscritos y, por el otro, por detrás subyace una curiosa historia de cómo llegó a la Universidad.

La “Cosmographia” está formada por 27 mapas —28 en el caso del ejemplar de Salamanca— a todo color. La obra arranca con un mapamundi que representa el mundo en proyección cónica simple sin enmarcar, con dos prolongaciones semicirculares en los laterales del pergamino para acoger el dibujo de los soplones, Africus y Euros, y bajo el Ecúmene, el zodíaco aunque, como explica el experto José María Sanz Hermida en el catálogo de la muestra “Scripta” de la que formó parte este ejemplar, la disposición es inusual a la de otros códices. Tiene también 10 mapas de Europa, 4 de Africa y 12 de Asia que cuentan en su interior con elementos geográficos y representaciones pictóricas de las poblaciones.

El resultado es una copia lujosa en pergamino de gran formato que muestra la concepción ptolemaica del mundo, muy diferente, desde luego, a la actual. Las latitudes son bastante exactas pero no las longitudes, ya que Ptolomeo utiliza unas dimensiones del globo terrestre inferiores a las reales. Diferencia dos grandes mares cerrados, el Mar Mediterráneo y el Océano Índico, que se extiende hasta el mar de China. Como principales lugares geográficos plasma a Europa, Oriente Medio, India, Sri Lanka, el Sureste Asiático y China.

Margarita Becedas y Óscar Lilao apuntan a que posiblemente los mapas del ejemplar de la Biblioteca pudieron reconstruirse, es decir, que quien hizo la copia los actualizó de acuerdo a los conocimientos del momento. En este caso, el lujoso códice de la “Geografía” de Ptolomeo es una versión latina elaborada en Florencia en 1456 por el escriba Livio Ottoboni del Vaticano de acuerdo a la primera traducción completa del texto que se hace en latín.

Tras el mapa de la Península Ibérica de acuerdo a la concepción de Ptolomeo figura otro en versión moderna. Enmarcado, sin título y sin coordenadas, representa la Península dividida por líneas rojas en los reinos de Castilla, Aragón, Portugal y Granada, señalando además la distancia entre poblaciones y entre distintos puntos de la costa y hasta el Norte de África, por lo que José María Sanz Hermida asegura que fue un instrumento de uso estratégico.

Además, en el mapa figuran indicaciones geográficas poco comunes, como la localidad de Elna. ¿Por qué? Joan Margarit i Pau, que fue obispo de Elna y Gerona, fue la persona que encargó copiar la obra, al parecer, cuando ya era cardenal. No hay duda de ello, ya que mandó pintar las armas tiempo después de la creación de la copia, lo que explica que su escudo figure en la primera página.

Cosmographia de Ptolomeo

Esta curiosidad desvela parte de la interesante historia que tiene detrás este ejemplar. ¿Pero  quién era Joan Margarit? Llegó a ser embajador en Italia de la Corona de Aragón y parece fue quien decidió que la obra se regalase al rey  Fernando “el Católico”. A través de él la obra llegaría a manos de su hija, Juana I de Castilla, coloquialmente conocida como Juana “la Loca”, y a través de ella a Diego Ramírez de Villaescusa, obispo de Cuenca y consejero y capellán mayor de Juana de Castilla además de fundador del Colegio Mayor de Cuenca de Salamanca. Algunos expertos se atreven incluso a asegurar que el libro estuvo en la toma de Granada. Cierto o no, lo que está documentado es que el códice se elaboró en Florencia por encargo de un obispo de Gerona y terminó en un colegio mayor de Salamanca.


Fuente: La Gaceta de Salamanca 19/05/2018 : Tesoros de la Biblioteca Histórica

Gastronomia española s. XV-XIX

«Porque la gente se ha dado / al muy sobrado comer, / que el muy harto no ha plazer / antes se halle lisiado, / que dar con hambre es buen modo / para gozar la comida / y es penosa y triste vida / andar harto el tiempo todo». 

Diálogos de medicina, del doctor López de Villalobos

Así comienza la Guía bibliográfica sobre la gastronomía española de los siglos XV al XIX presentada hace unos días por la Biblioteca Nacional de España en la que se incluyen libros, diccionarios, estudios y recursos electrónicos sobre el arte culinario.

Resultado de imagen de Guía Bibliográfica de la Gastronomía Española
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La historia escrita sobre la cocina en España se remonta al siglo XV, aunque anteriormente hubiera habido alguna mención puntual a la cocina o a los alimentos, como por ejemplo en el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita. En 1423 aparece el Arte cisoria, de Enrique de Villena, un manual sobre el arte de trinchar con cuchillos las carnes, pescados y frutas.

Consciente del valor del fondo patrimonial relacionado con este campo que se encuentra en sus colecciones, la Biblioteca Nacional de España ha emprendido diversos proyectos de difusión, investigación e incluso reinterpretación de estos testimonios históricos.

La nueva Guía Bibliográfica de la Gastronomía española de los siglos XV al XIX propone una selección de fuentes, parte de una producción elaborada a lo largo de quinientos años. Además de diccionarios y estudios, también se incluyen una amplia muestra de libros originales sobre el arte culinario, un apartado dedicado a comentar algunas de las obras más destacadas y una sección en la que se facilita el acceso a diversos recursos electrónicos (páginas web especializadas, acceso a otras bibliotecas, archivos y librerías). Por último, la Guía ofrece un vocabulario con algunos de los términos más recurrentes o curiosos de la gastronomía española.

La publicación de la Guía coincide con la publicación de una nueva colección destacada en la Biblioteca Digital Hispánica que agrupa más de doscientas obras relacionadas con la gastronomía, y otra en la Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano que reúne casi 500 documentos procedentes de la BNE y de países como Colombia, Chile, Panamá, Brasil, Salvador, Perú o Ecuador. Este grupo de obras tiene como hilo común la alimentación y las distintas relaciones que el hombre establece con ella: cocina, industria, cultura, tradición popular, higiene, sanidad…

 

 

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